martes, 25 de octubre de 2011

Suecia uno

El día 22 de octubre dejamos Copenhage y partimos rumbo Suecia.
Atravesamos los 38 km del impresionante puente de Öresund, que dibuja una enorme curva de cemento gris sobre el mar, acercando Europa a Suecia, o Suecia a Europa. Minimizando la frontera marítima, reduciéndola a un más que razonable peaje.

Una vez en suelo sueco condujimos por la carretera de la costa, desde Mälmo hasta Ystad. Necesitábamos una ducha urgente así que nuestra prioridad absoluta era encontrar un camping abierto... y no fue una tarea fácil.
Buscamos durante un par de horas, y encontramos muchos campings, pero todos acababan de cerrar por fin de temporada.
Cuando ya empezábamos a asumir que íbamos a superar la barrera de la semana sin haber catado una ducha en condiciones... Victoria! Nos dimos de bruces con uno!
Por fuera nos pareció el camping más acogedor del universo; árboles frondosos, un minigolf, roulottes con banderitas, niños correteando... en pañales... madres con pinta de exprostitutas fumando en la puerta de sus casas prefabricadas, edificios comunes de ventanas que chirriaban con el viento... vaya, el camping se había convertido de pronto en el decorado de una peli de David Linch.
Nada más entrar conocimos a los encargados, una pandilla que merece ser descrita con detalle.

Por orden de aparición:
- El señor tripudo con bigote: Su cara era una mezcla entre la cara de Tejero y la de Frankenstein, y además mosqueado. Nos vigilaba desde la distancia y tenía una sospechosa pinta de sospechoso.
- El señor tripudo sin bigote: Vestía una sucia camiseta "blanca" y unas modernas gafas de principios de los 60 con cristales de un aumento imposible que transformaban su cara en la de un Rompetechos ajado y gordinflón.
Como estos dos individuos no hablaban ni papa de inglés tuvo que salir en su rescate...
- La jovencita bilingüe: Extrañamente joven para compartir tiempo y espacio con el resto de la pandilla. Hiératica pero agradable. Debemos agradecerle nuestra ansiada ducha por a su labor como ¿traductora?.
- La señora bizca, y coja. Pensamos que era la esposa del señor tripudo y sin bigote, o por lo menos que tenían algún rollete. Siempre sonriendo, bromeaba con nosotros en sueco, creo. Sin duda la más simpática del grupo.
- La señora flaca. Flaca, reflaca y arrugada. Se mondaba de risa con las bromas suecas de la señora bizca y coja, nos resultó muy agradable. Creemos que comparte algún tipo de parentesco con la jovencita bilingüe.

Podéis imaginar nuestra desesperación si os digo que ni nos planteamos salir corriendo de semejante escenario. Todo lo contrario, nos sentimos como en casa.
Y la ducha, a pesar de funcionar con monedas y durar unos escasos 5 minutos, nos pareció un regalo del cielo.

Suecia nos daba la bienvenida con una familiaridad particular y desconcertante...

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