lunes, 3 de octubre de 2011

Lo mejor, lo peor y lo que desconocemos. Una guía corta totalmente subjetiva. (parte I)

Nuestra aventura por Islandia está llegando a su fin. Aunque sabíamos que este momento llegaría, nos entristece decir adiós a un país en el que hemos disfrutado tanto y donde hemos aprendido tantas cosas. Nos marchamos, pero no nos vamos de vacío, es cierto que de las experiencias, de la felicidad y de la belleza algo rimane per sempre.
Hay una canción de Sabina muy conocida que dice "donde fuiste feliz, no debieras tratar de volver"... no tenemos la certeza de si volveremos, pero contraviniendo las palabras del genio, una especie de intuición nos hace pensar que probablemente sí.

Islandia tiene algo, tiene magia, tiene imán... no sabría cómo llamarlo. Todos los turistas con los que hemos hablado durante nuestra estancia nos han dado la misma opinión, este país es especial.
Por eso, como forma de despedida, nos gustaría compartir nuestra experiencia con todos los que leáis esto, con los que ya hayáis estado aquí, los que alguna vez hayáis pensado en venir, y los que nunca os lo habíais planteado. Puede resultar útil, o una buena manera para no olvidar la propia experiencia, la vuestra y la nuestra.
Por supuesto las opiniones y comentarios de los veteranos son bienvenidas, así la información será más completa.

PAISAJES
Lo mejor de todo, lo más espectacular de Islandia en nuestra opinión, son sin lugar a dudas sus paisajes. Hay para todos los gustos y prácticamente cualquier parte del país dejará boquiabierto a quien lo visite. Además, si sois aficionados a la fotografía, aquí encontraréis un verdadero paraíso donde dar rienda suelta a vuestra creatividad.
Podemos recomendaros lo que para nosotros son la crême de la crême, los imprescindibles.

El número 1 es Landmannalaugar. Ya lo hemos descrito anteriormente y hemos subido varias fotos, así que no me voy a poner pesada. Simplemente, hay que ir.
Y si además se puede hacer el trekking de 6 días hasta Skógar mucho mejor, se atraviesan paisajes muy diferentes a lo largo del camino, es como una Islandia concentrada en 75km.
En realidad, si se viene con tiempo lo ideal sería ver con tranquilidad toda la Reserva Natural de Fjallaback, esconde paisajes únicos.

La península de Hornstrandir le sigue en expectacularidad, y eso que no tienen absolutamente nada que ver. También recomendamos hacer algún trekking por la península, seguramente será duro e impredecible, pero valdrá la pena.

Consideramos que deberían ser visita obligada los escarpados fiordos del oeste, con sus lacónicos pueblecitos.
La Laguna Jökusárlón y sus icebergs danzarines. El lago Mývant y sus al rededores, que nos muestran en un espacio muy reducido las dos cara de Islandia; volcánica, peligrosa y maloliente al mismo tiempo que apacible, rural y mágica.
Deberíais permitir que el torrente de agua de Dettifoss os hipnotice, asustaros con la potencia del géiser Strokkur, dejar volar la imaginación paseando dentro de un campo de lava, escalar algún cráter, y acercaros a un glaciar lo suficiente como para que el viento gélido os corte la piel.
No dejeis de visitar Vestmanneyjar, a un salto en ferry desde Bakki, en el sur. Tampoco eviteis la violencia de las oscuras playas ventosas, en las que siempre recomiendan no bañarse (nosotros también).
Y cuando viajéis por carretera, no utilicéis los desplazamiento para leer la guía, os perdereis las extensiones de los terribles sandar, las laderas suaves llenas de cisnes,  los interminables campos de cultivo salpicados de fardos plásticos de hierba. Os sorprenderán las excentricidades con las que los islandeses adornan sus paisajes, desde malvados trölls convertidos en roca hasta extraños muñecos que observan a los viajeros al borde la carretera. También esas inverosímiles iglesias, esperando cerradas en los puntos más inaccesibles del país.

Laguna Jökusárlón 
Bakki, sur de Islandia.
Un observador anónimo.
Los caballos islandeses son de raza pura
Disfrutareis con la compañía de los caballos islandeses, puros, fuertes y salvajes, y ojo con las ovejas temerarias que pastan al borde los acantilados y cruzan la carretera sin mirar!
Si teneis oportunidad, entrad a cotillear algún refugio de montaña, os hará sentir como verdaderos aventureros.
Y si os animáis a venir una vez terminado el verano, observaréis cómo la naturaleza se transforma; las montañas se maquillan con los colores del otoño, el frío aprieta y las auroras boreales os harán burla desde el cielo...

Podría seguir durante horas. La mejor recomendación es venir con los ojos y el corazón bien abiertos. Cualquier parte del país os enamorará.

POBLACIONES
Las poblaciones en Islandia son escasas y pequeñas. Podéis conducir durante muchos kilómetros sin encontrar a nadie salvo a otros turistas. Las granjas parecerán abandonadas, los pueblos medio deshabitados... tened en cuenta que los islandeses son menos de 350.000 personas!
En cualquier caso, también tenemos unas cuantas poblaciones favoritas:

En el norte, Akureyri y Húsavík compiten duramente.
Húsavík es la capital islandesa para avistar ballenas. Es pequeña, acogedora y según nuestra opinión, tiene el mejor camping del país. Además de servir unas cigalas para chuparse los dedos, alberga el único museo de penes del planeta.
Akureyri es la Barcelona de Islandia; moderna, cultural, funcional, portuaria y atractiva.
También en el norte, nos gustaron los pueblos situados a lo largo de la costa de la península de Tröllaskagi. Tienen mucha vida, son los únicos que nos han recordado a los pueblos españoles, sólo les falta tener un bar...

En el noroeste Isafjördur es principal. Para nosotros fue el mejor refugio al volver de Hornstrandir. Tiene una ubicación preciosa, es pequeña pero completa.
Cualquier pueblecito de los fiordos del oeste merecería que lo nombráramos; envueltos ahora en una tupida niebla gris, son restos de un pasado glorioso como antiguas capitales del comercio pesquero, sus fábricas abandonadas les confieren aire de melancolía...
Si tuviéramos que elegir uno de ellos, probablemente fuera Djupavik; tiene una preciosa cascada, un enorme barco abandonado y una antigüa fábrica reconvertida en rudimentario centro cultural... es mínimo y perfecto.

En el sureste reina Reykjavik, no mucho mayor que los demás, pero rodeado de un potente extraradio que lo señala como núcleo económico e industrial. En él se centraliza la vida islandesa. Islandia no es sin Reykjavik.
Es necesario dedicarle tiempo. Pasearla durante el día, descansar, disfrutar y aburrirse, pero también vivir sus noches surrealistas.
Si durante el viaje os surge algún imprevisto, hay algo urgente que comprar o algún papel que solucionar, aquí será el único sitio donde puedan ayudaros.

De camino al sur pararíamos en Hvergardi. Bautizada por nosotros como el Alcorcón del norte, sorprende por su ambiente macarra, sus invernaderos extraterrestres y su área geotermal.
El responsable del camping de Hveragerdi es un curioso personaje, llamado Thor que conduce un gran todoterreno y viste un gorro de BoyScout, cola de zorro incluída.
Además, a pocos kilómetros del pueblo está el maravilloso Río Caliente.
Hveragerdi os decepcionará, o puede que os encante como a nosotros, quién sabe?

Las poblaciones del sur nos parecieron un poco insípidas.
Quizás destacaríamos Höfn, que presume de cocinar las mejores cigalas del país. Su zona de acampada es funcional pero escasita, y su dueño... igual de insípido que el pueblo.

Por último, ¿qué decir de los fiordos del este? Este extremo del país permanece casi desconocido para los turistas y sin embargo guarda muchas sorpresas!
Seydisfjördur nos dio la bienvenida cuando llegamos y nos despedirá cuando abandonemos Islandia.
Egilsstadir nos sacó de varias emergencias; alimentaria gracias a su Bónus, higiénica gracias a su camping y digestiva... gracias a su completa oficina de información turística.
Y el gran descubrimiento del fin del viaje, Borgarfjördur Eystri... impresionante fiordo con muchas rutas para caminar.
El noreste es muy solitario, quizá la península de Langanes destaca sobre lo demás. Allí fue donde vimos las primeras playas llenas de maderos siberianos.
Casa devorada por la tierra en Langanes.
PISCINAS
Sonamos repetitivos, ya lo sé, pero es que una de las maravillas indiscutibles de Islandia son sus piscinas de agua termal. Son baratas, muy relajantes y totalmente adictivas.
Se merecen un pequeño homenaje final, por eso esta vez compartiremos nuestro ranking, el top 11 de las piscinas:
Con el número 11, aunque pueda resultar extraño, está la famosa Laguna Azul. Curiosa, diferente, pero turística y la más cara del país. Aún así merece estar entre las 11 mejores.
Con el 10 su homóloga del norte, la Laguna Azul de Mývatn. Mucho más barata y menos turística. Además cierra más tarde y el entorno es más auténtico. Lo único que le falta es la arcilla de sílice que ofrece la Laguna principal.
En el número 9 están las pocitas secretas cercanas a Tálknafjördur, en los fiordos del oeste. A 4km del pueblo, señalizadas casi por despiste, se encuentran estas tres pozas minúsculas que se abastecen de un manantial geotermal cercano. Ofrecen la posibilidad de un baño muy íntimo, o todo lo contrario... los obreros de la región pueden aparecer a toda prisa tras acabar su jornada laboral.
La piscina municipal de Sudureyri, en los fiordos del oeste, ostenta el número 8. No porque sea mejor que las anteriores, sino porque esta fue la primera piscina municipal en la que entramos. Nos encantaron la locura de los vestuarios, las reuniones familiares y los ligoteos de los jóvenes. Es como una plaza del pueblo bajo el agua.
El número 7 se lo concedemos a las piscinas municipales con toboganes de acuópolis, como la de la ciudad de Höfn (sureste) o la de Olafsfjördur (norte). Lo peor es tener que subir hasta lo alto del tobogán estando empapados y con 5ºC de temperatura ambiente, pero la recompensa vale la pena!
En número 6 lo ocupa la piscina de Hamrar, cerca de uno de los muchos Reykholt que hay en el país (este es el del oeste). Tiene una gran poza caliente donde conocimos a nuestro amigo Lock el de Perdidos, bueno el Lock de Perdidos islandés, un tío muy majete que más tarde nos volvimos a encontrar mientras recorríamos la península de Snaafellsnes y él nos persiguió con su furgoneta durante un día entero... en fin, una historia rara que ya os contaremos...

En la mitad de la lista está una de las últimas piscinas en las que estuvimos antes de dejar el país. La sorpresa de Hofsós, un pueblecito de la península de Tröllaskagi. Inevitablemente tuvimos que introducirla en nuestro ranking al descubrir su situación privilegiada: En el lateral de un fiordo, en un alto, el borde de la piscina parece fundirse con las aguas del mar. Increíble.
El número 4 es para la primera piscina en la que estuvimos. Fue un estreno un poco lamentable, entramos pagando 10 minutos antes de que cerrara, sin saber que después de la hora del cierre continuaba abierta y además era gratis...
Tiene una ubicación muy agradable, aislada de todo y cerca de un río. Está en Hroáldsstadir, en el noreste, y se llega por la carretera 85
La mejor piscina pasa desapercibida si no se está atento, está cerca de Bíldudalur, en Fossfjördur, en los fiordos del oeste. A pocos metros de la gran poza hay un manantial natural con agua muy muy caliente.
El número 2 es para el Río Caliente del valle de Reykjadalur, por méritos propios. No hay nada comparable a bañarse en un río a 40ºC...
Y la mejor de todas, la número 1 es la piscina de Krossnes. En el fin del mundo, rodeada de una playa de guijarros negros, Krossnes fue un regalo. Allí disfrutamos de un baño en completa soledad, de madrugada acompañados del sol de medianoche. Perfecta.
La perfecta piscina de Krossnes.

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