domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Hay duendes en la luna?

Los alrededores del lago Mývant son fantásticos, y no me refiero a que sean preciosos, increíbles y blablabla... sino a que realmente parecen de fantasía.
En esta zona, todo lo importante que ver está dispuesto a lo largo de la carretera de circunvalación, y a poca distancia entre sí, como si formaran parte de una gran feria. Pero los paisajes que se encuentran son absolutamente contradictorios.

Llegamos desde Dettifoss, así que lo primero con lo que nos encontramos es con Krafla, una región volcánica aún activa, a unos 7 km de la carretera principal.
Pero antes de tomar el desvío pudimos ver frente a nosotros el campo de fumarolas de Hverir, el paso de Namaskard y la cresta de Námafjall. Todo el entorno nos recordó a Landmannalaugar, con sus montañas de riolita y sus tonos pastel, y empezamos a ponernos nerviosos...

En el desvío a Krafla flipamos primero con la planta de energía geotérmica de Kröflustad, que llena el paisaje de laberínticas tuberías plateadas y casetas poliédricas color rojo.
Una enorme tubería doble enmarca la entrada al "planeta" Krafla, y tras aterrizar en Leirhnjúkur todo parece indicar que efectivamente hemos hecho un viaje interplanetario.


Calderas, cráteres humeantes, solfataras de colores nos trasladan a la luna, o a un planeta en su nacimiento.
Atravesamos primero un campo de lava que parecía dorado! tardamos un minuto en darnos cuenta que era por efecto de la luz del Sol...
Caminar en soledad por un lugar tan auténtico y tan agresivo nos hacía fantasear. Nos sentíamos aventureros en un planeta inexplorado. Hasta guardamos muestras de roca para analizarlas en la nave.
Tanto aspirar el sulfuro de las fumarolas nos debió afectar al cerebro...
Un poco más arriba, por el mismo desvío, se llega al enorme cráter Stora-Viti, pero no resultó tan amenzador como esperábamos. Primero porque está inactivo, y segundo porque en su interior hay un precioso lago azul de lo más inofensivo.

El área geotermal de Hverir también es extraterrestre. Más cráteres, más respiraderos y más colores.
La tierra es de color crema, parece piel, y se abre en heridas de ácido, supurantes de pus, de lodo, de algún material radiactivo y maloliente. Agrietada y doliente, burbujea.
El paisaje provoca atracción y repulsión al mismo tiempo.

Cuando dejamos atrás Hverir y Krafla llegamos al bucólico pueblecito de Reykjahlid, junto al tranquilo lago Mývatn, y si no fuera porque también está rodeado de campos de lava, parecería que hemos atravesado un túnel del tiempo.


Dimos una vuelta completa al lago disfrutando de los colores del otoño que han aparecido no sabemos muy bien cuándo ni cómo.
La verdad es que ha sido una suerte seguir aquí en otoño, por una parte por los colores, no imaginábamos ver el Mediterráneo en Islandia. Y por otra parte por la soledad, los turistas se han ido y tenemos todo para nosotros.

Además de los campos de lava, el lago de Mývatn está rodeado de pseudocáteres formados por las lagunas de agua que quedan sumergidas bajo la lava durante las erupciones volcánicas. El agua se calienta y para poder salir abulta la capa de lava que la cubre. A veces  sólo aparecen montículos huecos de roca, y otras veces terminan explotando, creando así pequeños cráteres.

En la costa este del lago hay varias rutas cortas interesantes. Se puede visitar la cueva Grjótagjá con una laguna a 50ºC en su interior. También se puede ascender hasta el cráter Hverfell, un gigante gris que se hace con todas las miradas.
O se puede pasear por Dimmuborgir, que en islandés significa "castillos oscuros", y claramente eso es a lo que recuerda:
Se trata de un curioso campo de lava formado por altísimas catedrales de piedra negra, cuevas y portales. Todo ello está cubierto por vegetación baja que ahora tiene tantos colores y tan brillantes! rojos, amarillos violentos, morados, marrones y algún verde.
El conjunto parece sacado de un cuento. Un decorado de fantasía. Es el lugar idóneo para que vivan duendes, gnomos y trölls. Y puede que sea así...

Resulta que la tradición navideña islandesa dice que los trece hijos de los trölles Gryla y Leppalúði, "los trece chicos traviesos", son los encargados de repartir regalos o patatas, dependiendo de cómo se hayan portado los niños islandesdeses durante el año. Estos trece chicos de la navidad tienen nombres absurdos que hacen referencia a sus platos favoritos o a sus hobbies; Þvörusleikir (Lame-cucharas), Pottasleikir (Lame-ollas), Hurðaskellir (Azota-puertas), Skyrgámur (Traga-yogurt), Bjúgnakrækir  (Devora-salchichas), Gáttaþefur (Busca-olores), y según se cuenta viven en Dimmuborgir.
Durante el verano descansan en sus cuevas, pero en invierno salen para preparar la navidad, y si se está atento, seguro que se pueden ver.

Mientras paseábamos por Dimmuborgir escuchamos algunos ruidos extraños... puede que no fuera el viento silvando entre las grietas de roca, quizás algún duende hubiera salido a estirar las piernas, o a dar un paseo por la luna, ya que le pilla tan cerca...

3 comentarios:

  1. Hola queremos ir a Islandia este agosto y me ha ido muy bien vuestro blog y me está situando . Peor tengounpar de dudas los todoterreno /caravansas es todo en uno existen???? jejej y luego se ven ballenas , sería mi mayor ilusi´´on!!!!! Gracias

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  2. Hola airebel! Pues sí, los todoterreno/ caravanas sí existen, aunque no sé cuánto cobrarán por alquilar uno, puede ser bastante caro. Si os animáis a dormir en tienda de campaña, podéis alquilar un todo terreno y moveros por toda la isla.
    Todo depende del plan de viaje que tengáis, presupuesto, tiempo...

    En Húsavik, en el norte, hay excursiones para ver ballenas en la temporada de avistamiento, que creo recordar es a principios de verano. En agosto quizás es un poco tarde.

    Disfrutad mucho del viaje y suerte!!

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  3. Hoy hemos estado judío empresa esta zona con más gente con menos colores y mas agua porque llovia.
    Al reeler la página del blog... Ha sido volver a estar allí

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