miércoles, 2 de noviembre de 2011

Estocolmo. Aterrizaje de emergencia

Nuestra llegada a Estocolmo puede definirse en una sola palabra: APOTEÓSICA.

En primer lugar, pasamos varias horas saltando de puente en puente y tiro porque me lleva la corriente, tratando de encontrar otro maldito camping donde darnos una ducha (que digo yo que una ducha a la semana no es mucho pedir...). Pero claro, sin un mapa decente y con los carteles en sueco, la cosa estaba complicada...
Mientras dábamos vueltas por el scalextric de la capital sueca también dedicamos parte de nuestro tiempo a acordarnos con ningún cariño del Excelentísmo Alcalde de Madrid, el señor don Alberto Ruíz Gallardón.
Os preguntaréis por qué elegimos tan mal momento para recordar a nuestro querido alcalde. Pues muy sencillo, porque sospechamos que Gallardón ha dedicado sus vacaciones de verano a hacer un tour por Europa recomendando a TODAS las alcaldías de TODOS los pueblos de TODOS los países por los que hemos pasado para que utilicen su tiempo, su energía, su economía y mano de obra a levantar cada palmo de carretera del continente.
Así es que Europa entera se ha convertido en un laberinto de cemento, grúas y operarios vestidos de colores chillones.
Estoy segura de que en estos momentos Gallardón está mirando por el enorme catalejo que tiene en la ventana de su despacho, y se frota las manos y ríe con una risa malévola al comprobar que su plan maestro de reconstruir todo el planeta Tierra va viento en popa.



Por increíble que parezca conseguimos aparcar en el centro de Estocolmo. El plan era acercarnos a una oficina de información turística donde conseguir un mapa de la ciudad y la dirección de un camping abierto a finales del mes de octubre. Y qué suerte la nuestra! Fuimos a topar con la informadora turística más torda del país, la persona menos apta que he visto en mi vida para trabajar en ese puesto, en serio.
No sé cómo, después de mucho insistir, conseguimos que buscara... en el google... la dirección de algún camping que pudiera estar abierto. La sueca torda, muy amable ella, cogió un mapa del centro de la ciudad, un boli, dibujó un gurruño fuera de los márgenes del mapa y nos señaló ese punto como el lugar aproximado donde se encontraba el camping al que teníamos que llegar. Como única indicación oral dijo, literalmente, "is in the middle of nowhere" y se quedó tan pancha.
Eso sí, nos regalo dos mapas de la ciudad, uno con el gurruño pintado y otro sin pintar.Vamos, que tuvo un día duro la señorita.

Por increíble que parezca (otra vez) encontramos el camping!! Aunque estaba a unos 10km del centro, al final de la carretera 229, nos pareció un lugar maravilloso.
Alejado del ruido del tráfico, cercano a un lago, en mitad de un frondoso bosque... y lleno de caravanas desconchadas y coches tuneados, habitado por mujeres paseando en bata y hombres de apariencia peligrosa y mirada turbia... vaya, esta vez nos habíamos colado en una peli de realidad social europea, o como diría mi amiga Ana, en el Ofra de Estocolmo.
La encargada del camping estaba al nivel de los encargados del camping de David Linch; despeluchada, avejentada y asustada por nuestra presencia. De hecho nos mandó aparcar en el sitio más alejado de todo el camping, yo creo que por no vernos.
Después de una larga y reconfortante ducha SIN MONEDAS (Dios existe!), ya estábamos listos para darle una segunda oportunidad a Estocolmo.
Y tenemos que reconocer que no nos decepcionó.

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