domingo, 6 de noviembre de 2011

ESTOCOLMO con mayúsculas

Tidernas Basta Rock, en la 106.7 de FM, nos acompañó durante los 3 días que dedicamos a visitar la capital de Suecia. Una emisora de clásicos de rock y la perfecta banda sonora para una ciudad como Estocolmo.

De esta ciudad creo que nos gustó todo.
Su casco antiguo, el Gamla Stan, es fantástico, especialmente por la noche; calles estrechujas, suelo de adoquines, altas catedrales y un palacio real... todo iluminado por una luz amarilla y tenue, como de vela.
Además, la ciudad está repartida entre un montón de islitas unidas por puentes sobre supuestos canales, presentando un desarrollo urbanístico complicado pero muy atractivo.


En pleno centro comercial de Estocolmo se encuentra la Kulturhuset, un enorme centro cultural donde comparten espacio un cine, un teatro, salas de exposiciones, salas de conciertos, cafeterías y hasta una tienda de diseño escandinavo. Un palacio para la cultura. Un placer para los sentidos.
Desde su posición privilegiada, la Kulturhuset desafía a los grandes almacenes que la rodean, tentando a los viandantes a volver a enfundar sus tarjetas de crédito, a abandonar sus bolsas de plástico llenas de trapos sin estrenar, atrayéndoles con una luz más fuerte que el violento blanco de los escaparates, la luz del consumo responsable.



Skeppsholmen es una de esas pequeñas islas que conforman la ciudad. Pero en esta isla no hay viviendas ni comercios, los únicos habitantes de Skeppsholmen son exposiciones, fotografías, cuadros. Impresiones y puntos de vista. Museos y salas. Y también visitantes ávidos de arte, de información, de convulsión.
Nunca antes habíamos visto tanto territorio destinado a un fin cultural.
Si el Kulturhuset es el Palacio de la cultura, éste sería su Imperio.

Podríamos describir a Estocolmo con un símil. Imaginaros a un gafapasta con cresta punk. Una ciudad oscura, sibarita y minimalista. Un géiser de creatividad que intimida y atrae.
Un juguete gigante. Una locura de obligada visita.

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