lunes, 25 de julio de 2011

Ruta (20-24 julio)

La ruta comienza en un pequeño pueblo en la costa este de Ingolfsfjördur, donde 1 grupo de lo que creemos que son golondrinas árticas atacan a la gente. De hecho, varias personas blandían palos sobre sus cabezas para protegerse de los ataques aviares! Es super curioso, y la verdad es que da miedo, a mí por lo menos, César les lanza puñetazos sin conseguir nada... lógico. Las golondrinas gritan justo antes de atacar como en la peli de "Los pájaros".
El 1º día cruzamos Seljanesfjall, pasamos por un pueblo pequeñito donde por cierto también hay golondrinas asesinas, y justo después del pueblo vadeamos nuestro primer río!
Debido a la subida de temperaturas en verano, muchos glaciares se descongelan formando pequeños ríos (o medianos, o imposibles!) que atraviesan los senderos y que hay que vadear. Y coño, qué fría está el agua! además da una pereza quitarse las botas, los calcetines, plantarse las cholas, y al agua patos!... Agua glaciar hasta las rodillas, y además con una corriente considerable.
A día de hoy ya somos expertos vadeadores de ríos, pero la primera vez impresiona, mola y te carga las pilas a tope.
La primera noche dormimos en un mullidito colchón de musgo.

Al día siguiente cruzamos el fiordo de Eyvindorfjördur y llegamos a la bahía de Drangavik. Es extraño no encontrar a nadie durante días, da la sensación de caminar en el fin del mundo. Por el camino encontramos 1 foca tomando el sol y varias crías de zorro ártico! que no se parece en nada al que conocemos. Éste tiene el pelaje gris oscuro y mucho pelo, me recordaban a Nelson...
Acampamos cerquita de una cascada, un sitio precioso; atardecer naranja y rosa, y toda la bahía para nosotros.

El 3º día fue el más durillo porque ya estábamos un poco cansados, pero aún así fue el día que recorrimos más kilómetros, unos 20km. Pasamos por varias cascadas, todas impresionantes, no por por grandes o por altas, sino por la cantidad de agua que llevan, y por su color. Es el agua más limpia que he visto nunca!
Eso en realidad es una suerte, apenas tenemos que cargar con agua durante los trekking, ya que nos encontramos agua riquísima cada dos por tres.

Llegamos a la furgo el día 24 de julio, cansados, mojados por la lluvia, doloridos y felices de estar de vuelta en casa. Antes de irnos, el valiente, creyéndose más fuerte que las golondrinas asesinas (que por supuesto, nos estaban esperando) salió a hacer unas fotos, trató de torearlas y terminó sin fotos y con un picotazo en toda la coronilla...
Golondrinas 1 César 0.

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